Que bonito es todo al principio, que bonito es el amor los
primeros días, las mariposas en el estómago, el deseo insaciable, las ganas de
tenerla al lado siempre. Y como la rutina y los problemas, las facturas, el estrés,
van asesinando poco a poco todo eso, para darnos cuenta, tarde, siempre tarde,
de su valor cuando tratas de juntar las piezas rotas y tiradas por el suelo. Cajones
que te guardan sorpresas desagradables, otrora recuerdos imborrables de
momentos felices. Fotos borradas, lugares censurados, canciones que tratas de
evitar para no volverte más loco de lo que ya estas. Y sigues levantándote por
las mañanas con la sensación de tenerla al lado. Te preguntas si te habrá
visitado su espíritu por la noche para dormir contigo. La buscas en la brisa,
en los tumultos de gente, en los bares, en las calles, en la suciedad de tu
cerebro que no borra su recuerdo. A veces piensas que no merece la pena tanto
dolor, pero en el fondo de tu coraza, que muestras de piedra, algo se muere por
volver a tener algo parecido, mejor aún, y no dejar que el tiempo lo rompa en
mil pedazos.
Imposible es el ideal que busca este idiota aprendiz de
escritor, algo que tuve, algo que perdí, algo que murió, algo que se enquistó,
algo que despejó los nubarrones para volverse tormenta después.
Sentado viendo el baile del viento con las copas de los
árboles, observo al fondo una figura que me observa, oculta pero visible, su
mirada se clava en mí, me traspasa. Y aunque esté lejos me puede tocar. Rezo
por qué no lo consiga, pero solo el tiempo me lo dirá. Tiempo que corre, a
veces despacio, otras, demasiado rápido. Puto caprichoso cabrón.
Si el tiempo se parara cuando la tienes en tus brazos,
desnuda, abrazada a ti, diciendo tu
nombre al oído, diciéndote lo que te ama, lo que te desea. Si el tiempo se
parara cuando estas dentro de ella, borracho de placer. Si el tiempo se parara
en el orgasmo unísono de los dos uncidos por la boca. Si el tiempo se parara
cuando naufragamos para llegar a puerto extasiados de felicidad.
Maldito tiempo.