En la guadaña de
tus pestañas quise yo hallar la muerte,
huir así del
hastío al que “la normalidad” nos somete
ahogando las
inocentes mentes en los fútil y mundano,
de la corriente
monótona que arrastra troncos inertes
que al llegar al
mar, se dan cuenta, que dejaron el bosque a un lado.
En la guadaña de
tus pestañas quise hallar la muerte,
silenciosa,
astuta; delgada y viperina cual serpiente.
Besos que no han
aprendido, cuerpo pálido en tensión
siempre
constante, piel erizada como niña asustada;
ojos abiertos,
mente despierta; mis palabras tu atención
ganan, bailando
en la desesperación de tu sueño inerte
mientras te
alejo de mí, sí, como una copa envenenada.
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