Dice una canción que “cuanto
frio hace en Saturno, mi amor”, y habla de una mujer perdida y palabras de confianza
del autor, diciéndole que está a su lado. Tocar fondo y seguir tocando fondo,
cavar un agujero que no tiene final, una caída infinita.
No hay caída peor que aquella en la que te piden que te
tires, pues te recogerán sus brazos, “confía” te dicen; y te lanzas… no hay
brazos, ni manos, ni nada; solo el frio suelo y tu corazón hecho añicos. El peor
sabor del mundo seguro es ese. El sentirse engañado, decepcionado, apartado. El
boxeador prefiere que le golpeen en la cara a que lo hagan en el corazón, y yo
también. Una nariz rota, un pómulo sangrante, un labio partido, un ojo morado,
se curan rápido; pero las heridas interiores provocadas por los besos que
viajaron a otra parte donde no estaba tu boca… amigo, esas heridas tardan más
en cicatrizar. Te sientes solo y hundido, a mil jodidos kilómetros de la
felicidad, en otro planeta. En el planeta donde en verano tienes frio y en
invierno nada te calienta. En el planeta de los recuerdos criminales que te
asaltan por sorpresa clavándote momentos haciéndote sangrar la memoria. En el
planeta donde no se puede dormir, y que cuando por fin surge un sueño dulce,
despiertas en la pesadilla de nuevo. En el planeta del que te puedes adaptar
pero no sabes cuándo escaparás, o cuándo volverás de nuevo a entrar en su
centro mortal. ¡Cuánto frio hace en Saturno, joder!
No hay comentarios:
Publicar un comentario