En ocasiones por soñar te llaman loco. Por soñar te llaman
niño, por soñar no te toman en serio. Por soñar, llamemos al acto de imaginar
algo mejor, para ti, para tus seres queridos, para tu pueblo, para tu gente. Por
soñar, soñemos cosas mejores que las que tenemos, no materiales, abstractas,
que son necesarias y vitales. Por soñar, soñemos con un mundo mejor.
Son tiempos convulsos, una crisis internacional que huele
como un pañal al que hay que cambiar. Cambiar, hay tantas cosas que cambiar, y
tantos intereses para que todo siga igual, o a peor, llegando incluso a inventar
políticas de retroceso social, educativo y sanitario alegando que es la única
solución; solución a un problema que el pueblo no ha creado, ¿o sí? Quizás si
no hubiéramos entrado por el aro, no nos hubiéramos subido a ese carro de la burbuja
inmobiliaria, no hubiésemos votado a esos partidos políticos más parecidos a
clanes mafiosos que a grupos deseosos de mejorar su país. Cuanta hipocresía e
hijoputismo. Nos pisotean y además nos
exigen que sonriamos, que besemos la bota que nos está rompiendo el cuello,
porque es por nuestro bien. Te piden desde el gobierno que te amarres el
cinturón, que para crear trabajo hay que cagarse en los derechos de los
trabajadores que tanta sangre y sudor costó a nuestros abuelos. Que hay que
recortar gastos, educación, sanidad, justicia… nos quieren analfabetos,
ignorantes, que muramos pronto y sin poder alzar la voz pues no tendremos
dinero para ir a un juzgado y pedir justicia. Eso es exactamente lo que
quieren, porque así, siendo un pueblo borrego e idiotizado, pueden entregarse
mejor los sobres con dinero, viajes de placer, irse de putas, meterse de todo
por la nariz, sodomizar a tu hija, escupirte en la cara, emborracharse con el
sudor de tu frente, aniquilar especies animales en cacerías para gente VIP, jugar al fútbol con tu culo, asesinar personas
bajo el titular de un suicidio más por otro desahucio.
En la basura siempre hay ratas, y cucarachas, esas que son
capaces de comerse a sus propias crías, esas que siendo pobres y que caminan arrastrándose
por el suelo, son capaces de vender a su mejor amigo por dormir a la sombra de
un gran cubo de estiércol, rico estiércol. Que no quieren ver el mal de sus “jefes”,
los idolatran pensando que algún día estarán a su derecha, pisoteando a sus
vecinos en ver de ser pisoteado. Esa es la lacra de esta sociedad. Mientras existan
estas cucarachas que no ven más allá de sus sucias narices que están metidas en
culos gordos sentados en lo más alto del rascacielos de inmundicia, jamás
superaremos esto unidos. Jamás. ¿Y qué toca? Pues no es muy alentador observar
las pautas de la historia… a cada momento de crisis ha seguido la ascensión al
poder de grupos fascistas, un retroceso en valores sociales y la
correspondiente guerra de turno (2ª Guerra Mundial, Guerra civil española, etc.)
y encima van los anarquistas y ponen una bomba en una iglesia… Hay que ser
insensato y corto de miras. A nadie en su sano juicio se le ocurre acercar una
cerilla a un barril de pólvora. Pero así es este país... Es el resultado de cuarenta
años de sumisión, de terror, de vendernos anormalidad como normalidad. No es
raro que cualquier cosa distinta la veamos como mejor, la panacea, la ambrosía
de los dioses.
Es la hora de un cambio, esperemos que se produzca de forma
pacífica, pero hemos de cambiar el curso de la historia, y de hacerlo a nuestro
favor, la revolución siempre ha de ser del pueblo para el pueblo. ¿Y cómo? Imaginad
una manifestación de 40 millones de personas, todo el país en la calle. Eso sería
hacer historia. Ahí lo dejo, por soñar…
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