lunes, 11 de febrero de 2013

Por soñar...





En ocasiones por soñar te llaman loco. Por soñar te llaman niño, por soñar no te toman en serio. Por soñar, llamemos al acto de imaginar algo mejor, para ti, para tus seres queridos, para tu pueblo, para tu gente. Por soñar, soñemos cosas mejores que las que tenemos, no materiales, abstractas, que son necesarias y vitales. Por soñar, soñemos con un mundo mejor.


Son tiempos convulsos, una crisis internacional que huele como un pañal al que hay que cambiar. Cambiar, hay tantas cosas que cambiar, y tantos intereses para que todo siga igual, o a peor, llegando incluso a inventar políticas de retroceso social, educativo y sanitario alegando que es la única solución; solución a un problema que el pueblo no ha creado, ¿o sí? Quizás si no hubiéramos entrado por el aro, no nos hubiéramos subido a ese carro de la burbuja inmobiliaria, no hubiésemos votado a esos partidos políticos más parecidos a clanes mafiosos que a grupos deseosos de mejorar su país. Cuanta hipocresía e hijoputismo.  Nos pisotean y además nos exigen que sonriamos, que besemos la bota que nos está rompiendo el cuello, porque es por nuestro bien. Te piden desde el gobierno que te amarres el cinturón, que para crear trabajo hay que cagarse en los derechos de los trabajadores que tanta sangre y sudor costó a nuestros abuelos. Que hay que recortar gastos, educación, sanidad, justicia… nos quieren analfabetos, ignorantes, que muramos pronto y sin poder alzar la voz pues no tendremos dinero para ir a un juzgado y pedir justicia. Eso es exactamente lo que quieren, porque así, siendo un pueblo borrego e idiotizado, pueden entregarse mejor los sobres con dinero, viajes de placer, irse de putas, meterse de todo por la nariz, sodomizar a tu hija, escupirte en la cara, emborracharse con el sudor de tu frente, aniquilar especies animales en cacerías para gente VIP,  jugar al fútbol con tu culo, asesinar personas bajo el titular de un suicidio más por otro desahucio.
En la basura siempre hay ratas, y cucarachas, esas que son capaces de comerse a sus propias crías, esas que siendo pobres y que caminan arrastrándose por el suelo, son capaces de vender a su mejor amigo por dormir a la sombra de un gran cubo de estiércol, rico estiércol. Que no quieren ver el mal de sus “jefes”, los idolatran pensando que algún día estarán a su derecha, pisoteando a sus vecinos en ver de ser pisoteado. Esa es la lacra de esta sociedad. Mientras existan estas cucarachas que no ven más allá de sus sucias narices que están metidas en culos gordos sentados en lo más alto del rascacielos de inmundicia, jamás superaremos esto unidos. Jamás. ¿Y qué toca? Pues no es muy alentador observar las pautas de la historia… a cada momento de crisis ha seguido la ascensión al poder de grupos fascistas, un retroceso en valores sociales y la correspondiente guerra de turno (2ª Guerra Mundial, Guerra civil española, etc.) y encima van los anarquistas y ponen una bomba en una iglesia… Hay que ser insensato y corto de miras. A nadie en su sano juicio se le ocurre acercar una cerilla a un barril de pólvora. Pero así es este país... Es el resultado de cuarenta años de sumisión, de terror, de vendernos anormalidad como normalidad. No es raro que cualquier cosa distinta la veamos como mejor, la panacea, la ambrosía de los dioses.
 Es la hora de un cambio, esperemos que se produzca de forma pacífica, pero hemos de cambiar el curso de la historia, y de hacerlo a nuestro favor, la revolución siempre ha de ser del pueblo para el pueblo. ¿Y cómo? Imaginad una manifestación de 40 millones de personas, todo el país en la calle. Eso sería hacer historia. Ahí lo dejo, por soñar…

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