domingo, 29 de marzo de 2020

                                                       EL VIAJERO 
                                   CAPÍTULO 5 / PARTE 2


Una anciana lo miraba con una mano en el pecho, su expresión mostraba sorpresa sin duda, pero también mucho miedo. Cojeando José María decidió usar ese miedo y dirigirse hacia la anciana.
- ¡Un coche, deme las llaves de un coche!
-No… noo-La anciana no podía hablar, estaba aterrorizada.
- ¡No qué! –JM estaba furioso, sabía que era una buena oportunidad para escapar.
-No tengo coche.
-Ya sé que usted no tiene. -Dijo JM vehemente-. Alguien de su familia, un hijo, yerno, nieto…
-No… espere… -La anciana se dio la vuelta, detrás de ella había una cómoda.
- ¿Qué busca abuela?
-Creo que están aquí las llaves del todoterreno de mi marido. –JM no podía creer su suerte.
- ¿Dónde está aparcado?
-Justo en la puerta. Espera un momento, no me hagas daño.
-Dese prisa o la mato. –JM buscaba un arma en aquella casa. No sabía si habría más gente. Miró un cuchillo que estaba en el suelo, era grande. Lo recogió.
-Vamos, no tengo todo el día.
-Estaban por aquí…
JM comenzaba a ponerse nervioso, podía ser un ardite para ganar tiempo.
- ¡Señora le doy tres segundos o le corto el cuello aquí mismo! –JM no se reconocía.
La abuela seguía buscando en los cajones.
-Uno…
-Un momento, por favor.
-Dos…
-Creo que son estas… ay no…
- ¡Sáquelas ya o le corto el cuello!
Una puerta se abrió al fondo del pasillo que se encontraba a la izquierda.
- ¡Tú no le vas a cortar el cuello a nadie hijo de puta forastero! –La anciana se había dado la vuelta rabiosa, portaba una navaja de grandes dimensiones. Parecía más de adorno, JM no deseaba comprobarlo.
- ¡Está aquí! -Gritó la vieja llena de una repentina jovialidad.
JM agarró una silla y se la estampó a la anciana. Abrió la puerta interior de la cocina, la que suponía llevaba a la solana que había visto antes de caer. Subía las escaleras cuando se acordó del otro anciano, podría estar arriba esperándole, aunque era mayor para ir andando por los tejados… seguramente era el que estaba abriendo la puerta. Un disparo retumbó en la casa. Le disparaban por las escaleras, quien fuera el que había entrado a la casa le seguía muy de cerca, muy rápido. Ascendió hasta un portón de metal que se abrió con mucho ruido. Al llegar a la solana escuchó una voz desde abajo que decía “dispara”, pero al abrir el portón metálico, delante de José María se encontraba el anciano del ventanuco, lo había seguido y le esperaba en la solana con la recortada apuntando a su cara. JM se agachó y su perseguidor escaleras abajo disparó. El plomo desgarró la cara del anciano, era un amasijo de carne y sangre. El cuerpo permanecía aún con la escopeta agarrada. JM rodó por el suelo, pensó por un segundo agarrar la escopeta del anciano, pero los otros subían corriendo por las escaleras, cerró el portón mientras cargaban la escopeta, otro disparo golpeó en la puerta de metal. El viajero echó el cerrojo y respiró aliviado. Miró al pobre anciano sin cara, muerto en el suelo. Le costó más de lo que pensaba quitarle la escopeta de sus manos aferradas funestamente al hierro, el viejo hizo un último esfuerzo, pero estaba yéndose al país de nunca jamás. Por fin consiguió su botín y como si fuese un trofeo sonrió a los que golpeaban la puerta de metal al otro lado.

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