CAPÍTULO 5 / PARTE 2
Una anciana lo miraba con una mano en el pecho, su
expresión mostraba sorpresa sin duda, pero también mucho miedo. Cojeando José
María decidió usar ese miedo y dirigirse hacia la anciana.
- ¡Un coche, deme las llaves de un coche!
-No… noo-La anciana no podía hablar, estaba
aterrorizada.
- ¡No qué! –JM estaba furioso, sabía que era una buena
oportunidad para escapar.
-No tengo coche.
-Ya sé que usted no tiene. -Dijo JM vehemente-.
Alguien de su familia, un hijo, yerno, nieto…
-No… espere… -La anciana se dio la vuelta, detrás de
ella había una cómoda.
- ¿Qué busca abuela?
-Creo que están aquí las llaves del todoterreno de mi
marido. –JM no podía creer su suerte.
- ¿Dónde está aparcado?
-Justo en la puerta. Espera un momento, no me hagas daño.
-Dese prisa o la mato. –JM buscaba un arma en aquella
casa. No sabía si habría más gente. Miró un cuchillo que estaba en el suelo,
era grande. Lo recogió.
-Vamos, no tengo todo el día.
-Estaban por aquí…
JM comenzaba a ponerse nervioso, podía ser un ardite
para ganar tiempo.
- ¡Señora le doy tres segundos o le corto el cuello
aquí mismo! –JM no se reconocía.
La abuela seguía buscando en los cajones.
-Uno…
-Un momento, por favor.
-Dos…
-Creo que son estas… ay no…
- ¡Sáquelas ya o le corto el cuello!
Una puerta se abrió al fondo del pasillo que se
encontraba a la izquierda.
- ¡Tú no le vas a cortar el cuello a nadie hijo de
puta forastero! –La anciana se había dado la vuelta rabiosa, portaba una navaja
de grandes dimensiones. Parecía más de adorno, JM no deseaba comprobarlo.
- ¡Está aquí! -Gritó la vieja llena de una repentina
jovialidad.
JM agarró una silla y se la estampó a la anciana.
Abrió la puerta interior de la cocina, la que suponía llevaba a la solana que
había visto antes de caer. Subía las escaleras cuando se acordó del otro
anciano, podría estar arriba esperándole, aunque era mayor para ir andando por
los tejados… seguramente era el que estaba abriendo la puerta. Un disparo
retumbó en la casa. Le disparaban por las escaleras, quien fuera el que había
entrado a la casa le seguía muy de cerca, muy rápido. Ascendió hasta un portón
de metal que se abrió con mucho ruido. Al llegar a la solana escuchó una voz
desde abajo que decía “dispara”, pero al abrir el portón metálico, delante de
José María se encontraba el anciano del ventanuco, lo había seguido y le
esperaba en la solana con la recortada apuntando a su cara. JM se agachó y su
perseguidor escaleras abajo disparó. El plomo desgarró la cara del anciano, era
un amasijo de carne y sangre. El cuerpo permanecía aún con la escopeta
agarrada. JM rodó por el suelo, pensó por un segundo agarrar la escopeta del anciano,
pero los otros subían corriendo por las escaleras, cerró el portón mientras
cargaban la escopeta, otro disparo golpeó en la puerta de metal. El viajero
echó el cerrojo y respiró aliviado. Miró al pobre anciano sin cara, muerto en
el suelo. Le costó más de lo que pensaba quitarle la escopeta de sus manos
aferradas funestamente al hierro, el viejo hizo un último esfuerzo, pero estaba
yéndose al país de nunca jamás. Por fin consiguió su botín y como si fuese un
trofeo sonrió a los que golpeaban la puerta de metal al otro lado.
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