martes, 15 de enero de 2013

DIÁLOGO DE BESUGOS



El diálogo de besugos es un deporte que se ejecuta en demasiadas olimpiadas de horas desperdiciadas, tertulias descafeinadas, hablando pero sin hablar. Escupes palabras que forman frases sin sentido o que no obtienen el efecto deseado. Ideas que chocan contra un muro de estupidez, de nulidad intelectual que te hace sentir raro, solitario,  prepotente. La gente es feliz hablando de coches, programas basuras, los escarceos amorosos de los demás, la vida de los vecinos, o el futuro del nuevo bareto de moda. Personas de ideas fijas que no miran más allá de sus narices. Te sientes raro,  es una situación incómoda que te hace sentir extraño, no te sientes por encima, pero sí los miras casi con pena;  están a tu lado pero es como si su ser estuviera a mil kilómetros de ti, cáscaras vacías, circuitos cortados imposibles de volver a conectar.

Mi hermana y yo somos dos almas totalmente distintas, no me identificaba con ella salvo por el parentesco, a ella le gusta “Cantando bajo la lluvia” pero no “El Padrino”. Musicalmente tampoco nos ponemos de acuerdo, solo con los Héroes del Silencio. En lo único que coincidimos es con los Hermanos Marx, pero ya está. Ella es fan de Almodóvar y yo de David Lynch o Scorsese.  Pero mira tú por donde, tenemos una cosa en común, el jodido diálogo de besugos. Ella también lo odia, lo repudia y apena. De finísima ironía que expresa con la precisión de un cirujano con su bisturí afilado para la ocasión. Así es ella, en apariencia carente de sentimientos pero de profundo corazón y sensibilidad latente. Dura como la roca pero que se guarda cada golpe en ella como si fuera un recordatorio de viaje. Su carácter le hace sentirse solitaria, mucho más hermética que yo y directa en la ejecución de un genio heredado que no es tan fiero como lo pintan.  Ella se llevaría bien con Frasier, sin duda alguna.


Por eso, cada vez que me ahogo en un diálogo de besugos sonrío y me acuerdo de lo que haría mi hermanita, ellos se callan y me miran, preguntándose de que me río; en ese momento parto con destino a otra parte preguntándome si a mi hermana le ha atrapado otro diálogo de besugos.

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