sábado, 19 de enero de 2013

SEGUIR VOLANDO



Un rastro de sangre en el aire, tu herida se abre con el vuelo pero debías escapar, volar alto y no tocar tierra hasta alcanzar el mar para sanar tus heridas, la sal te ayudará. Cuanto más alto es tu vuelo más nubes atraviesas, manchándolas de rojo carmesí, debilitándote con cada rastro. Desciendes hacia el suelo con un doble tirabuzón, tu adrenalina está a tope y no tienes miedo de nada. Sientes las gotas saladas del mar en tu piel  al rozar tu cuerpo en el aterrizaje, dejando atrás las preocupaciones y la rabia al escuchar las mentiras de tanto político de postín. Te zambulles en el agua sin pensarlo, apretando los dientes por el dolor, pero eso es bueno, tu herida está desinfectando, solo falta que cicatrice.
Te detienes a descansar  y secar tu cuerpo desnudo bajo el sol, la arena es cálida y la brisa impregnada en salitre es agradable. Miras el cielo, “tienes que seguir volando” te dices a  ti mismo… pero el relajante rumor de las olas te atrapa. Quieres descansar, morir en esta playa esperando resucitar algún día. Cual reptil calientas tu sangre regenerando tu estado, es agradable secarse con los rayos del sol, poco a poco, sintiendo como se va la humedad con el calor del astro rey, el único dios verdadero. Miras a tu izquierda, dunas y vegetación, a la derecha rocas que simulan formas de animales que parecen puestas por una mano gigante jugando a despistarte.  El mar se ve verde turquesa y te recuerda a algo, te abraza una sombra de una nube pasajera, escrutando tu alma en busca de demonios y mentiras. Su abrazo es reparador, no tienes frio y quieres seguir allí descansando. Huele  a mujer y una voz femenina te acaricia la oreja. Extrañamente cómodo sabes que debes partir, seguir volando, pero tu herida te grita y en esta playa estas tan a gusto… Miras el cielo, tomas impulso pero la sombra no te deja y te preguntas si la herida cicatrizará mejor en esta playa de amor escondido. Rendido al fin, te abandonas a ese abrazo esperando despertar curado.

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