miércoles, 9 de enero de 2013

Miércoles, al cine



Hoy es miércoles, y como casi todos los miércoles iré al cine. Es el día del espectador y sale más barato, son tiempos difíciles pero hay que seguir invirtiendo en cultura, aunque sea un poquito.  Lo malo de ir al cine en Almería es que siempre tienes pelis comerciales; pelis españolas o de cualquier otro país que no son un bombazo de taquilla pasan sin pena ni gloria, con apenas tres días en la cartelera, tan esporádicas que cuando vas a verlas ya no están.  Por otro lado está el cineclub y los ciclos de cine de La Oficina, una asociación cultural que lleva tratando de funcionar en esta ciudad desde Agosto. Hay movimiento cultural en Almería, de eso no hay duda, y el que diga lo contrario es que no se mueve ni por la urbe ni por la red. Está claro que no se puede comparar con otras ciudades como Granada, donde el número de estudiantes es casi el triple; y ya no hablamos de las grandes capitales… pero está surgiendo un movimiento importante de cultura almeriense, cortometrajistas, escritores, poetas, cantautores, grupos de música cada vez más profesionalizados, fotógrafos, pintores, dibujantes, prácticamente de todo. Lo malo de una ciudad pequeña es que nos conocemos casi todos y la envidia suele ser mala compañera de viaje. La envidia es el único pecado capital que lleva en sí misma la penitencia, pues una persona que siente envidia no es feliz, y su mirada cargada de inquina se ve a lo lejos, clavándose en tus entrañas. No hablo de nadie en concreto, que nos conocemos… que cada uno piense por sí mismo, pero una cosa es cierta, una crítica constructiva no es una crítica destructiva, y viceversa. Llegar a hacer una obra, ya sea un corto, libro, canción o baile, es algo complejo y minado de obstáculos, para que llegue el primer bocachancla y escupa sobre ella. ¿Por qué digo esto? Pues porque yo soy el primero que en ocasiones he lanzado mis ideas de forma brusca y directa. Como ya he dicho soy una persona demasiado transparente, que no me importa el “qué dirán” y mis juicios de valor no son comedidos en ocasiones que así deberían de ser. Pero los envidiosos se callan, se dan la vuelta y vomitan frases injuriosas sobre la obra que acaban de presenciar (en muchas ocasiones gratis, además) y sin ningún pudor afirman a su círculo de amistades  que ellos lo mejorarían, bla, bla, bla. Sofistas necios, vendedores de remedios infalibles montados en carromatos destartalados que vagáis por el camino de la mediocridad creyéndoos genios infalibles, elegidos por las musas del arte. Patanes envidiosos, embusteros de careta.

Algún amigo me dirá que estoy cabreado por alguna crítica o comentario, en absoluto, la verdad;  pero ir a comprar el pan y escuchar a un antiguo profesor decir que en Almería no se hace nada, que la juventud está muerta, que no hay interés por nada… ¿Dónde puñetas vive este hombre?  Quizás tenga que agregarle al Facebook y mandarle las 8 invitaciones a eventos que hay para esta semana, o quizás ese sea el problema, que no tiene amigos…

Yo iré al cine, con su empalagoso olor a palomitas y la compañía de buenos amigos. Miraré la gran pantalla esperando que me engulla la trama y cruzar miradas con esos ojos verdes como el mar.

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