Hoy es miércoles, y como casi todos los miércoles iré al
cine. Es el día del espectador y sale más barato, son tiempos difíciles pero
hay que seguir invirtiendo en cultura, aunque sea un poquito. Lo malo de ir al cine en Almería es que
siempre tienes pelis comerciales; pelis españolas o de cualquier otro país que
no son un bombazo de taquilla pasan sin pena ni gloria, con apenas tres días en la
cartelera, tan esporádicas que cuando vas a verlas ya no están. Por otro lado está el cineclub y los ciclos de
cine de La Oficina, una asociación cultural que lleva tratando de funcionar en
esta ciudad desde Agosto. Hay movimiento cultural en Almería, de eso no hay
duda, y el que diga lo contrario es que no se mueve ni por la urbe ni por la
red. Está claro que no se puede comparar con otras ciudades como Granada, donde
el número de estudiantes es casi el triple; y ya no hablamos de las grandes
capitales… pero está surgiendo un movimiento importante de cultura almeriense,
cortometrajistas, escritores, poetas, cantautores, grupos de música cada vez
más profesionalizados, fotógrafos, pintores, dibujantes, prácticamente de todo.
Lo malo de una ciudad pequeña es que nos conocemos casi todos y la envidia
suele ser mala compañera de viaje. La envidia es el único pecado capital que
lleva en sí misma la penitencia, pues una persona que siente envidia no es
feliz, y su mirada cargada de inquina se ve a lo lejos, clavándose en tus
entrañas. No hablo de nadie en concreto, que nos conocemos… que cada uno piense
por sí mismo, pero una cosa es cierta, una crítica constructiva no es una
crítica destructiva, y viceversa. Llegar a hacer una obra, ya sea un corto,
libro, canción o baile, es algo complejo y minado de obstáculos, para que
llegue el primer bocachancla y escupa sobre ella. ¿Por qué digo esto? Pues
porque yo soy el primero que en ocasiones he lanzado mis ideas de forma brusca
y directa. Como ya he dicho soy una persona demasiado transparente, que no me
importa el “qué dirán” y mis juicios de valor no son comedidos en ocasiones que
así deberían de ser. Pero los envidiosos se callan, se dan la vuelta y vomitan
frases injuriosas sobre la obra que acaban de presenciar (en muchas ocasiones
gratis, además) y sin ningún pudor afirman a su círculo de amistades que ellos lo mejorarían, bla, bla, bla. Sofistas
necios, vendedores de remedios infalibles montados en carromatos destartalados
que vagáis por el camino de la mediocridad creyéndoos genios infalibles, elegidos
por las musas del arte. Patanes envidiosos, embusteros de careta.
Algún amigo me dirá que estoy cabreado por alguna crítica o
comentario, en absoluto, la verdad; pero
ir a comprar el pan y escuchar a un antiguo profesor decir que en Almería no se
hace nada, que la juventud está muerta, que no hay interés por nada… ¿Dónde
puñetas vive este hombre? Quizás tenga
que agregarle al Facebook y mandarle las 8 invitaciones a eventos que hay para
esta semana, o quizás ese sea el problema, que no tiene amigos…
Yo iré al cine, con su empalagoso olor a palomitas y la compañía
de buenos amigos. Miraré la gran pantalla esperando que me engulla la trama y cruzar
miradas con esos ojos verdes como el mar.
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